viernes, 4 de junio de 2010

MIS AMIGAS LAS DAMAS DE COMPAÑÍA, O MI NUEVO DIVÁN LITERARIO


Cuándo descubres un lugar nuevo sueles ir así sea este un lugar de poca reputación o de nula reputación, o bueno eso me pasa con frecuencia. Hace poco he descubierto un prostíbulo, cantina y hotel a tres cuadras de mi casa. Para aquellos que no me conocen pensaran que ahora soy un asiduo consumidor de carne rufla, no, están equivocados; desde muy pequeño, mucho antes de ver pilosidad en mis partes bajas, me puse a pensar en qué cosas no se habrían llevado a la boca las bien llamadas “trabajadoras del placer”, esta razón, me llenó de nauseas siempre, motivo por el que no puedo pagar para tirar.

De aquel día tan maravilloso a hoy, y digo maravilloso porque me mostró un nuevo mundo, suelo ir a tomar una chelas (aunque yo no tome cerveza) en compañía de mi cuaderno, también de algún eventual cliente de las empresarias sexuales u otros mirones como yo. Siempre que empiezo a disfrutar de mi cerveza, miro alrededor, trato de trazar un mapa del lugar. Un pasadizo enorme, de luz tenue es el primer escenario; los personajes, como en cualquier lugar como este, son las chicas en ropas menores, y los aguantadazos de ropas comunes.

Generalmente cruzas miradas con los parroquianos, que en un inicio llegan como si tuvieran una túnica franciscana, y se acercaran a un templo de los placeres sexuales, cómo alguna vez leí en los libros esotéricos de los gnósticos antiguos. Pero luego, como que ya van reconociendo su ambiente, al mismo estilo de Juanito Alimaña sirean a las chicas, en un ritual cuasi romántico, el cual es seguido por ellas que casi siempre termina con un: “26 soles papi”.

Por el lado de ellas, es como ver un desfile de tangas y microfaldas, que a decir de muchos es para romperse el ojo, pero si uno se da el trabajo de percibir, no solo con ojos sino con nariz también, llegamos a ver un chupo de estrias, harta celulitis, watas como miércoles, pero lo más resaltante es el singular olor a chisito o cevichería a medio día que emanan las habitaciones que estás señoritas conducen.

Ahora, estas características van variando en intensidad en otros locales, que obvio están en la ciudad incontrastable de Huancayo. Porque sí, para los que piensen que conocí otros lugares, sí, lo hice. Es tan fácil llegar a estos supuestos prostíbulos clandestinos, ya que los mismos parroquianos o las trabajadoras me cuentan que en tal o cual lugar lo trataron mejor o cobraba más caro. Sea como sea, yo ahora escribo una novela sobre prostitutas, en base a los testimonios de mis nuevas amigas, y las parcas respuestas de mis esporádicos entrevistados. Así que si conoces uno caleta, me avisas nomás, que es en bien de la literatura de Huancayo.

Bien, ya escribí y está servido… Ahora chau.

Miguel Manuel Meza Nieto